Blogia
micolumna

El aire del verano me hace libre

El aire del verano me hace libre

El verano tiene algo maravilloso. Es quizás la parte del año en la que las personas pueden ser personas. En las vacaciones puedes ser padre, hijo, marido, amante, novio, aficionado, artista, deportista, entre otras cosas; antes que empleado, jefe, ciudadano, contribuyente y otras tantas cosas de la vida pública. Es como si tu reducto privado se acrecentase y lo exterior perdiese poder. Y es ese reino compartido con las personas que quieres, donde el verano te sitúa. Desde luego, mucho más que los robados ratos libres del invierno. Agosto te coloca en el espejo de lo que realmente eres y lo que realmente dejarás en la vida.  Es cierto que se puede ser turista masivo, consumidor de chiringuito, luchador de sombrilla y toalla y otras tantas cosas alienantes. Algunos hasta buscan esa alienación compulsiva para evitar ponerse delante del espejo estival. Pero también se puede escapar de la locura colectiva.

 

Pero si hay algo que en verano me fascina es el adelgazamiento de los medios de comunicación. La producción de noticias se reduce, salvo las catastróficas, que desgraciadamente no se van de vacaciones. Los medios nos invaden menos. La saturación habitual de nuestros cerebros se suaviza y, oh, milagro, podemos pensar más por nosotros mismos o leer libros de contenido no profesional, novelas, comics o charlar tranquilamente. También es más fácil reencontrarnos con los recuerdos del pasado y las que son, al fin y al cabo, las señas de nuestra identidad. Es como si este maravilloso agosto nos permitiese ser un poco más nosotros mismos. Y de pronto todas las vivencias se vuelven más personales e intransferibles, lejos de la conceptualización machacona que llevan a cabo los medios de todos los aspectos de nuestras vidas. Con el afán de producir contenidos describen todo y todo lo invaden, no dejando nada a lo inefable.

 

La verdad es que se vive mejor así. Disfrutemos hasta septiembre, cuando vuelva la vorágine.

0 comentarios