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micolumna

Más allá del principio de Pareto

Más allá del principio de Pareto

El principio de Pareto es un intento de simplificar el esfuerzo concentrándose en la eficiencia. La regla del 80-20 nos indica que el 80% del esfuerzo supone un 20% de los resultados y un 20% del esfuerzo determina un 80% de los resultados.  Se trata de buscar la máxima efectividad con el mínimo esfuerzo, evitando el derroche de recursos. Sin embargo, la proporción de ineficiencia en términos de Pareto es la que cualitativamente supone el avance de la humanidad. Porque si somos atentos, podemos comprobar que todas las cuestiones fundamentales de la vida son colaterales a los objetivos. La penicilina se descubrió en ese 80% de esfuerzo inservible aparentemente. Lo mismo podríamos decir de la ley de gravitación universal. También el conocimiento del amor de tu vida o, incluso, en ese imprevisto 80% la concepción y el nacimiento. Por desgracia, la muerte también sobrevendrá en ese rasgo colateral.

 

Y lo que es más importante, ese 80% forma parte del intangible a largo plazo, que no se ve a corto, que no da ese 20% de eficiencia cortoplacista, pero que permitirá el sostenimiento de la sociedad a futuro. Es decir, la cultura del esfuerzo, del trabajo bien hecho, de la innovación. El capitalismo, al destruir los oficios destruyó el sentido del esfuerzo por un producto, concentrándose tan sólo en ese 20% que permite el cumplimiento de objetivos, pero que no te permite el background acumulado del 80%. El acortamiento de los tiempos en la elaboración, consumo y demás, convierten la sociedad en economía de la basura: televisión basura, comida basura, contratos basura, salarios basura. Todo se hace mal y nada supondrá un salto cualitativo, un salto que suele producirse en ese 80% del tiempo de lo aparentemente ineficiente.

 

En definitiva, como decía John Lennon, la vida es aquello que te va pasando mientras tú planeas otra cosa.

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